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Rendimiento Vs Resultado.

 

Es indudable que en determinadas etapas del proceso de enseñanza deportiva el rendimiento tendrá un peso crucial. Pero no debemos confundir rendimiento con resultado. El resultado no es más que una consecuencia de un proceso, mientras que el rendimiento se refiere a la eficacia de los procesos. Por ejemplo, ganar es el resultado de conseguir más goles que el rival, pero también es el proceso de realizar las acciones necesarias tanto técnicas como tácticas para lograrlo. 

 

«El entrenador debe elegir si su foco se centra en el proceso o en el resultado. No obstante el proceso de enseñanza aprendizaje es flexible y, como en un péndulo, el peso irá oscilando de un lado al otro».

 

¿Qué diferencia hay entre los objetivos de resultado y los de ejecución en el aprendizaje deportivo?

 

La autoconfianza del deportista se basa en metas de ejecución y no de resultado. Por ello, para construir un atleta de futuro y no una estrella fugaz, el objetivo no debe ser el resultado; sino el proceso que lo llevará a este. Con este paradigma liberamos al jugador de un enorme peso de responsabilidad y de los niveles de ansiedad que se generan ante la incertidumbre de qué resultado obtendrá. Hemos de darnos cuenta que el resultado (los puestos, las medallas, etc.) no es algo puntual, sino el producto de una conducta, de una cadena de conductas, de una actuación. Hay una serie de ítems en las que el jugador puede influir de manera directa, por ejemplo: la mejora del control de la activación, el aumento de la autoestima, la mejora de la motivación intrínseca, la mayor velocidad en la toma de decisiones, el detalle en la técnica, la capacidad de esfuerzo y el control en la toma de riesgos. 

 

«Crear una hoja de ruta nos permite centrarnos en nuestros objetivos y focalizar nuestra atención sobre lo que está bajo nuestro control».

 

De esta manera, el deportista sí tiene el control sobre su conducta; ésta es su herramienta para lograr un fin: el atleta controla su actuación, lleva a cabo un plan destinado a un resultado. El objetivo es manejar y cumplir esa conducta sobre la que sí tiene posibilidad de actuar. Esto produce una disminución de la incertidumbre, así como infunde seguridad, percepción de control y una más fácil extrapolación a otras competiciones. El deportista que ve ambos elementos como distintos (conducta y resultado) nunca percibirá un control sobre su actuación y se verá condenado a la suerte. Es lo que llamamos “indefensión aprendida”.

Los objetivos de realización acentúan la conducta de los jugadores de hockey más que sus consecuencias, es decir, se centran en lo que los jugadores hacen, en lo que depende de ellos, más que en las consecuencias de lo que hacen que no depende tanto de ellos. Los objetivos de realización, hacen referencia a las acciones que el jugador o el equipo deben realizar durante la competición para poder influir en el resultado; por ejemplo, que los pases sean al derecho del stick del compañer@. A su vez, permiten que los deportistas centren su atención en su conducta y no en distractores del rendimiento, como el público, el ruido, el frío, el juez, etc. Además, facilitan una evaluación más eficaz del rendimiento y establecen acciones de mejora concretas y exactas para la siguiente competición.

¿Y tú, te fijas objetivos de resultado o de realización? 

 

 

Muchas gracias!!!

 

Marcos Tubio.

Master Coach Profesional.

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